Andar
Nos situamos en un momento y en un lugar. Siempre estamos ahí, pero solo a veces nos situamos. Atravesamos instantes. Uno después de otro, y en cada transición todo cambia y se vuelve absolutamente nuevo. Un instante es un paso de lo conocido a lo desconocido. Situarse es tomar consciencia de lo instantáneo.
Se puede andar la vida de varias maneras. Se anda -metafóricamente hablando- porque se va de un momento y un lugar a otro; entre dos puntos definitivos, marcados por una fecha y hora, viajamos. La vida es lo que sucede entre el nacimiento y la muerte. Es lo que nos sucede y lo que nosotros ocasionamos. Somos al mismo tiempo causa y efecto.
Caminar, andar, transitar, pasear, trasladarse, moverse. Hay un sinfín de maneras de recorrer el sendero. Haciendo un alto, situándonos en un instante, podemos analizar y corregir el rumbo en base a lo ya vivido. Dice Kierkegaard, “la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”. Situarse y examinarse permite comprender algo pero nunca todo; divisar nuevos rumbos para crecer y cambiar. Esa es una forma de situarse activamente, propositivamente, frente a lo desconocido que está por delante. La pregunta, ¿quién seré yo?, no puede ser contestada sino en el mismo instante en el que nos hemos situado. Decidimos sobre lo que podemos ser aquí y ahora.
Construirse podrá parecer angustiante por la diversidad de posibilidades y la falta de claridad, pero todo cambia de tonalidad cuando también nos situamos de manera pasiva. Situarse y observar permite captar sin proponer. Es una forma de vivencia auténtica, cuando se deja pasar el instante sin proponer. Es distinto, complementario a veces, cuando me sitúo para mirar solamente. Miro el presente, recuerdo el pasado e imagino el futuro.
Situarse es una posibilidad estratégica tanto como una oportunidad de contemplación. Situarse es, ante todo, andar el instante. Se anda con un paso, con una mirada, con una intención y con una disposición. Andar es vivir y vivir es andar. Paso a paso, miramos y hacemos lo poco que podemos sin poder frenar un instante. Andamos siempre, pero la calidad de nuestra marcha cambia según nuestra disposición. Podemos caminar proponiendo y dejando ser.
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