una criti k
Actualizado: 29 may 2024

Querido extraño,
Odiado conocido,
Me he propuesto desde mi última confesión no volver a devorarte con mis palabras. Mi disposición es honesta, pero tan solo salgo a la calle y te miro, brota como una chispa el pensamiento espontáneo que ejerce su yugo sobre mi verbo. Soy un reo de mí mismo, y mi logos lo sabe. Ya lo decía el apóstol, “Animales salvajes y pájaros, reptiles y animales marinos de toda clase han sido y de hecho son dominados por la raza humana, pero nadie ha sido capaz de dominar la lengua”. Aunque yo no quiera: primero critico, luego existo. Todos los que me rodean me parecen apetitosos manjares, y la vida social es un auténtico festín.
No es que sea yo un existencialista, pero de pronto me hallo buscando el meollo de mí ser en mi obrar desenfrenado, y eso hasta después que se manifiesta, en una suerte de reflexión post-guerra. ¿Seré algo más que este montón de seso apestoso? ¿Tendré yo otra capacidad además de triturar y digerir, para luego expulsar? En medio de semejante trance, me parece que el hombre no es puro corazón, es más bien estómago; una mezcla de ácido gástrico y movimientos peristálticos. Es triste verse limitado en la aspiración ambiciosa de trascendencia por la ruda -y cruda- hambre de carne humana. En realidad, parece que no puedo aspirar más que a mi siguiente merienda. La vida es un eterno ciclo de venir, mirar y vencer, todo con la pura palabra.
Exagero. No seré tan dramático. No estoy realmente ahí, pues todavía puedo ser mesurado y reconocer valor en tí. ¿Qué me permite no ser más que un completo caníbal? Solo una cosa: mi intención de mirar diferente. Si yo, siendo un insaciable hambriento, veo carne por doquier, jamás podré dejar de salivar. Si, en cambio, veo más allá de la epidermis, la saliva se detendrá, dando paso a otros sentidos y, con suerte, a otros afectos.
Si te critico es porque te miro sólo desde un ángulo. Me acerco tanto que pierdo perspectiva, como ocurre cuando se estudia una pintura con microscopio. Al detalle, un Monet es un conjunto caótico de puntos de color. Así de cerca, la diferencia que guardas conmigo me resulta baja, incluso grosera. La analizo con detenimiento y la contrasto con mi parámetro. Sólo miro lo que yo quiero y cuando abonas a ello, se me ha despertado el apetito. La coincidencia es una mala noticia porque pone fin a mi goce pasajero. La diferencia, vista de cerca, se antoja para comer. Vista de lejos, se puede asimilar. Para acercarse a algo hay que alejarse.
Es cuando miro diferente, con la disposición por delante, cuando puedo empezar a contemplar. Ver, no para usar, sino para ver, ver por ver. El análisis placentero que hago de ti puede transformarse en una contemplación silenciosa en donde no cabe emitir juicio alguno. Ahí te me apareces de nuevo ya no como algo deseable, sino como alguien amable.
Bình luận